Feeds:
Entradas
Comentarios

Hace unos días en un periódico de tirada nacional en Vikingolandia se podía leer un artículo en el que se daba cuenta del auge mundial de éste nuestro idioma. El de Gata quiero decir. Así de preciso era el titular: “Spansk er verdens næststørste modersmål” (El español es la segunda lengua materna del mundo).

Una, orgullosa de sus raíces, no pudo por más que iniciar la lectura del artículo con una sonrisa de oreja peluda a oreja peluda, maullando de alegría. En líneas generales desgranaba las razones por las que el español, contra todo pronóstico, había ganado terreno al inglés en los últimos años como lengua materna. Aunque en el ámbito político y económico este último sigue siendo el rey, mencionaban además que el aumento de un idioma como lengua materna implica a la larga también un incremento de la enseñanza del mismo y de su uso como idioma de comunicación global.

En este punto Gata ya saltaba de alegría. ¿Se imaginan todo el mundo hablando español? Menuda comodidad, ¿no?

Pero al caer de nuevo a la silla y seguir leyendo, la realidad se impuso. Una mente eminente en el ámbito de la comunicación de la universidad de Aarhus, señalaba que en Vikingolandia ni se habían enterado de este ascenso al estrellato del español. En su opinión era un problema, y debía considerarse como una llamada de atención sobre las habilidades lingüísticas que el mercado demandará en el futuro.

A Gata el artículo le ha hecho reflexionar. La realidad que una ha vivido desde su estancia por estar tierras es que estos vikingos del sur son en líneas generales la mar de “apañaos” lingüísticamente hablando. No es extraño encontrar gente que hable mínimo tres idiomas, danés e inglés son fijos en la quiniela, y además su lista se puede ampliar con uno de los tres idiomas optativos del bachillerato: alemán, francés o español. Por proximidad también entienden los idiomas de sus vecinos del norte, noruego y sueco, aunque el dominio de éstos últimos varía mucho.

Ya se sabe lo que dijo Camilo J. Cela: “El danés no es un idioma, es una enfermedad de la garganta”. Así que deben considerar que aprender cualquier otro debe tener efecto terapeútico para sus pobres aparatos fónicos, porque los cursos de idiomas proliferan, y lo que es mejor tienen público. Es común encontrar en estos cursos que se realizan por las mañanas a grupos de jubilados, algunos rondando los ochenta, que acuden semanalmente a su clase de perfeccionamiento de inglés, o a reforzar su italiano o a iniciarse en el aprendizaje de árabe, thai, ruso o coreano por poner un ejemplo. Ya les oigo amigos murmurar:“Sí claro, pero una cosa es ir a clase y otra distinta estudiar y hablar un idioma”. Lo fantástico es que algunos, no todos claro, lo acaban hablando e incluso planifican sus vacaciones a los países de origen para realizar cursos intensivos o simplemente tener contacto directo con el idioma.

Y con nuestro idioma, ¿cuál es la situación? Cada vez hay más y más vikingos que hablan español, por razones de lo más diversas, lazos familiares, laborales, interés por la literatura, el flamenco, la historia y hasta el deporte, ya se sabe el fútbol mueve masas en todas partes. Gata se ha encontrado de todo, desde gente que humildemente dice que sabe algo y puedes discutir hasta de economía si llega el caso, a algunos que creyéndose sobrados de aptitudes lingüísticas, dicen que hablan y a la segunda pregunta corta declamada tipo “¿Dónde (pausa) has (pausa) aprendido (pausa más larga) español? ponen cara de signo de interrogación y alegan que tu acento en español no es el correcto y/o hablas muy deprisa o lo que es mejor “te corrigen”. Una avezada vikinga muy amable tuvo a bien darme algunas recomendaciones para pronunciar la ”t” en español porque no sonaba como debía…..

Hablen o no, todos conocen palabras de nuestro idioma que a su entender son claves en nuestra cultura: hola, mañana, fiesta y siesta. Habría mucho que hablar sobre ello, pero Gata prefiere acabar en modo positivo con una pequeña recomendación para mis convecinos vikingos:

“No se duerman la siesta, porque mañana parece que la fiesta comienza con un hola

A buen entendedor pocas palabras bastan….

Ya está aquí. Ya ha llegado. Puntual a su cita con el calendario y como cada 1 de marzo hemos dado la bienvenida al “priminvierno”.

Ya, ya sé que un poco más al sur no se llama así y llega más tarde. Pero aquí tiene tanta prisa por llegar, que no le da tiempo a completar su verdadera esencia y se deja caer como un híbrido entre lo que se supone que es la estación que lo precede y la que de verdad es… o debería ser.

¿O no?.

Mi ya dilatada experiencia en Vikingolandia me ha enseñado que las estaciones metereológicas puras no existen, a excepción del invieeeeeeeeeeeeeeeeerno, que por su constancia, tenacidad y extensa estancia deja patente su carácter.

Al invierno le sigue el ya mencionadoo priminvierno, que alegremente nos invita a ilusionarnos con la idea de que al final del túnel, hay luz, y no hablo de la blanca, sino la del astro rey. Eso sí, la luz la podremos disfrutar pertrechados todavía con nuestros abrigos, gorros y guantes, porque el termómetro, ausente e ignorante de la llegada de una nueva estación, se ha quedado estancado en las temperaturas que por otros lares son más propias del invierno en su estado puro.

Aclimatadas nuestras pupilas, y pasados tres meses de baños de vitamina D, llega el “veroño”, que como su nombre indica no es ni una cosa ni otra. Y ahí es donde está su encanto….dicen. Una que es Gata del sur y que como tal, le encanta espanzurrarse al sol y sentir el calor en su pelambrera, no le acaba de encontrar el encanto a esta estación que tiene más de OÑO (no me entiendan mal, es la terminación de otoño) que de Ver (verano). A Thor gracias, siguen exitiendo las vacaciones de verano en las Hispanias, donde Ver tiene asegurada su visita y por largo tiempo.

El final del veroño siempre es triste, ya conocen la canción:

“ El final del veroño, llegó (¿había venido?) y tú hibernarás….
Yo no sé, hasta cuando…¡buena pregunta, yo tampoco, creéme!), tu humor se mantendrá…

Afortunadamente el “otovierno” viene cargado de una fantástica paleta de colores ocres acompañados eso sí de vientos huracanados, que como una no se espabile cuando quiera disfrutarlos ya se han volado.

Pero da lo mismo el tiempo que haga o la estación híbrida o pura en la que nos encontremos, a estos vikingos del sur les encanta salir a montar en bici, arreglar el jardín o pasear sin rumbo fijo. El caso es estar en la calle. Aunque empiezo a sospechar que no es idiosincracia vikinga…porque Gata también echa de menos la vida exterior aunque hay sitios que se le resistan….a pesar de todo.

Les cuento.

Con la llegada de eso que llaman “buen tiempo” es fácil ver gente en los bosques, parques y cementerios. En todos ellos disfrutado de su solaz esparcimiento. No, Gata no se ha equivocado. Han leído bien. Cementerios. Esos sitios cargados de recuerdos, zonas verdes para pasear, grandes árboles bajo los que cobijarse cuando el Sr. Lorenzo tiene a bien vistarnos, y bancos en los que sentarse a disfrutar de la compañía…

¿A qué nunca se habían planteado ir a darse un paseito a semejante entorno? Pues Gata tampoco. Ni antes. Ni ahora. Aunque no me negarán que tranquilo es…..y ¡mucho!

A decir verdad los camposantos vikingos no son ese mar de lápidas que se avista desde la lejanía en algunos sitos en las Hispanias y cuya presencia solitaria produce escalofríos a más de uno. Será el arreglo, o su ubicación, muchos de ellos están ubicados en el jardín de la iglesia en la parte posterior o bien rodeándola, especialmente en los pueblos pequeños, pero no resultan tan lúgubres. Por lo general, están muy cuidados, apenas una pequeña lápida con los datos y vegetación de lo más diversa alrededor.

Recuerdo mi primera visita, no voluntaria todo hay que decirlo, a un cementerio muy conocido ubicado en el centro de la capital del reino. Formaba parte del pack inicial de integración-me dijeron, cuando pregunté si era obligatorio asistir a la que entonces era mi profesora de vikingo y que a la postre sería la guía del evento. La mujer, muy en su papel, estaba emocionada haciéndonos una ruta turística. Se lo conocía de pé a pá. Aquí está enterrado Niels Bohr. ¿Lo conocéis? ¡Claro!,- atisbó Gata a decir con la pelambrera erizada y su corto vocabulario vikingo por aquel entonces, para acontinuación añadir con más incredulidad de la deseada: Nååååå, hvor er det spændende (traducción: ¡Ahhhh, qué interesante!). Apenas entendía lo que decía. Mi mente felina limitada lingüsiticamente no daba abasto para manejar tanto vocablo, y además la información que mis ojos enfocaban pero mi mente negaba: gente haciendo un picnic en el cementerio, mamás dando un paseo y/o amamantando a su minikingo, o sentadas plácidamente charlando al lado de la tumba del Oldefar (bisabuelo) Niels. Todos contentos, disfrutando del entorno… y el buen tiempo.

No voy a negar que el sitio, si uno se abstrae, resulta tranquilo y silencioso para minikingos con insomnio y madres desesperadas, tampoco voy a negar la importancia que tiene ir a visitar a Oldefar Niels o Pepe. ¡¡¡Pero un picnic!!!

Gata prefiere seguir haciendo picnis en otro sitios igual de verdes y con otro tipo de vida, digamos, algo más bulliciosa.

Nota: El mencionado cementerio en el que reposan vikingos ilustres organiza rutas turísticas y sino en su web uno mismo puede planificarla, pues tiene un mapa en el que se muestra su ubicación. La mar de apañaos estos vikingos… Aquí les dejo la web: http://assistens.dk/kirkegarden/

Diario de un padre estresado

Los avatares de una "gata" por integrarse sin desintegrarse en el mundo vikingo.

Literatura nórdica

Un blog de Aurora Boreal

uno entre cien mil

Los avatares de una "gata" por integrarse sin desintegrarse en el mundo vikingo.

Una Mamá Española en Alemania

Los avatares de una "gata" por integrarse sin desintegrarse en el mundo vikingo.