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Archive for marzo 2014

Ya está aquí. Ya ha llegado. Puntual a su cita con el calendario y como cada 1 de marzo hemos dado la bienvenida al “priminvierno”.

Ya, ya sé que un poco más al sur no se llama así y llega más tarde. Pero aquí tiene tanta prisa por llegar, que no le da tiempo a completar su verdadera esencia y se deja caer como un híbrido entre lo que se supone que es la estación que lo precede y la que de verdad es… o debería ser.

¿O no?.

Mi ya dilatada experiencia en Vikingolandia me ha enseñado que las estaciones metereológicas puras no existen, a excepción del invieeeeeeeeeeeeeeeeerno, que por su constancia, tenacidad y extensa estancia deja patente su carácter.

Al invierno le sigue el ya mencionadoo priminvierno, que alegremente nos invita a ilusionarnos con la idea de que al final del túnel, hay luz, y no hablo de la blanca, sino la del astro rey. Eso sí, la luz la podremos disfrutar pertrechados todavía con nuestros abrigos, gorros y guantes, porque el termómetro, ausente e ignorante de la llegada de una nueva estación, se ha quedado estancado en las temperaturas que por otros lares son más propias del invierno en su estado puro.

Aclimatadas nuestras pupilas, y pasados tres meses de baños de vitamina D, llega el “veroño”, que como su nombre indica no es ni una cosa ni otra. Y ahí es donde está su encanto….dicen. Una que es Gata del sur y que como tal, le encanta espanzurrarse al sol y sentir el calor en su pelambrera, no le acaba de encontrar el encanto a esta estación que tiene más de OÑO (no me entiendan mal, es la terminación de otoño) que de Ver (verano). A Thor gracias, siguen exitiendo las vacaciones de verano en las Hispanias, donde Ver tiene asegurada su visita y por largo tiempo.

El final del veroño siempre es triste, ya conocen la canción:

“ El final del veroño, llegó (¿había venido?) y tú hibernarás….
Yo no sé, hasta cuando…¡buena pregunta, yo tampoco, creéme!), tu humor se mantendrá…

Afortunadamente el “otovierno” viene cargado de una fantástica paleta de colores ocres acompañados eso sí de vientos huracanados, que como una no se espabile cuando quiera disfrutarlos ya se han volado.

Pero da lo mismo el tiempo que haga o la estación híbrida o pura en la que nos encontremos, a estos vikingos del sur les encanta salir a montar en bici, arreglar el jardín o pasear sin rumbo fijo. El caso es estar en la calle. Aunque empiezo a sospechar que no es idiosincracia vikinga…porque Gata también echa de menos la vida exterior aunque hay sitios que se le resistan….a pesar de todo.

Les cuento.

Con la llegada de eso que llaman “buen tiempo” es fácil ver gente en los bosques, parques y cementerios. En todos ellos disfrutado de su solaz esparcimiento. No, Gata no se ha equivocado. Han leído bien. Cementerios. Esos sitios cargados de recuerdos, zonas verdes para pasear, grandes árboles bajo los que cobijarse cuando el Sr. Lorenzo tiene a bien vistarnos, y bancos en los que sentarse a disfrutar de la compañía…

¿A qué nunca se habían planteado ir a darse un paseito a semejante entorno? Pues Gata tampoco. Ni antes. Ni ahora. Aunque no me negarán que tranquilo es…..y ¡mucho!

A decir verdad los camposantos vikingos no son ese mar de lápidas que se avista desde la lejanía en algunos sitos en las Hispanias y cuya presencia solitaria produce escalofríos a más de uno. Será el arreglo, o su ubicación, muchos de ellos están ubicados en el jardín de la iglesia en la parte posterior o bien rodeándola, especialmente en los pueblos pequeños, pero no resultan tan lúgubres. Por lo general, están muy cuidados, apenas una pequeña lápida con los datos y vegetación de lo más diversa alrededor.

Recuerdo mi primera visita, no voluntaria todo hay que decirlo, a un cementerio muy conocido ubicado en el centro de la capital del reino. Formaba parte del pack inicial de integración-me dijeron, cuando pregunté si era obligatorio asistir a la que entonces era mi profesora de vikingo y que a la postre sería la guía del evento. La mujer, muy en su papel, estaba emocionada haciéndonos una ruta turística. Se lo conocía de pé a pá. Aquí está enterrado Niels Bohr. ¿Lo conocéis? ¡Claro!,- atisbó Gata a decir con la pelambrera erizada y su corto vocabulario vikingo por aquel entonces, para acontinuación añadir con más incredulidad de la deseada: Nååååå, hvor er det spændende (traducción: ¡Ahhhh, qué interesante!). Apenas entendía lo que decía. Mi mente felina limitada lingüsiticamente no daba abasto para manejar tanto vocablo, y además la información que mis ojos enfocaban pero mi mente negaba: gente haciendo un picnic en el cementerio, mamás dando un paseo y/o amamantando a su minikingo, o sentadas plácidamente charlando al lado de la tumba del Oldefar (bisabuelo) Niels. Todos contentos, disfrutando del entorno… y el buen tiempo.

No voy a negar que el sitio, si uno se abstrae, resulta tranquilo y silencioso para minikingos con insomnio y madres desesperadas, tampoco voy a negar la importancia que tiene ir a visitar a Oldefar Niels o Pepe. ¡¡¡Pero un picnic!!!

Gata prefiere seguir haciendo picnis en otro sitios igual de verdes y con otro tipo de vida, digamos, algo más bulliciosa.

Nota: El mencionado cementerio en el que reposan vikingos ilustres organiza rutas turísticas y sino en su web uno mismo puede planificarla, pues tiene un mapa en el que se muestra su ubicación. La mar de apañaos estos vikingos… Aquí les dejo la web: http://assistens.dk/kirkegarden/

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