En realidad la frase es “Hay algo podrido en Dinamarca «, es una afirmación que no pregunta y obviamente no es mía. ¡Qué más quisiera yo tener siquiera una pizca del talento de Shakespeare! La frase es de Hamlet quién la pronunció al enterarse de la extraña muerte del rey,su padre, cuyo fantasma posteriormente le reveló que había sido asesinado.
Tranquilos que aquí no se asesina a nadie….pero que “algo huele mal en Dinamarca”, una está casi segura. No, no es cuestión de contaminación, pues aunque en la ”gran urbe” de Copenhague, hay vikingos que se quejan de “cierta presencia ocasional de contaminación atmosférica” una no alcanza a verla y/o sentirla ni siquiera ocasionalmente. Tampoco se trata de que a mis queridos vecinos vikingos se les haya olvidado en algún rincón escondido comida, y el tufillo se expanda cual gacela a sus anchas…. No, no, no, nada de eso. Es un asunto mucho más mundano. Es un asunto de pies.
¿Sorprendidos? Pues pónganse a la cola.
Una que aterrizó en verano para instalarse en tierras vikingas, no fue consciente inicialmente del asunto “pies”. No se vayan a creer que fue algo espontáneo, el desembarco por estas tierras, digo. Realmente fue con premeditación y alevosía, pues sabía que si aterrizaba por aquí en plenas vacaciones de Don Lorenzo, y con Eolo haciendo pandi con la lluvia, la estancia iba a ser digamos:¿corta?, ¿breve?, ¿exprés?.
Volviendo al tema “pies”, que me desvío. Coincidiendo con el verano, también aquí en Vikingolandia se usan sandalias y chanclas. Es más, el uso del susodicho calzado comienza con la fecha de inicio del verano, llueva, truene o haga frío; que no sé si ustedes sabrán, pero por esas tierras empieza antes, el 1 de junio. Para ser sincera ésto siempre me ha sorprendido, pensaba que el cambio de estaciones era algo universal y responsabilidad de los planetas y sus movimientos. ¡Pero está visto que no! Con el tiempo una ha comprendido que hasta las estaciones metereológicas se impregnan del carácter del país, y por estas tierras llegan antes, ya conocen su puntualidad, no vaya a ser que si se retrasan, la siguiente estación metereológica ha tomado posición y no hay sitio. Este auto-razonamiento, me permite dotar de cierta racionalidad a la cita anual con el “veroño”, estación climatológica que se desarrolla en Vikingolandia entre junio y septiembre y que se caraceteriza por un gran parecido con el otoño disfrazado de verano algunos días.
En mi primer verano por aquí, como decía, estaba tan “enaj… emocionada” que no veía mas pies que los míos. La realidad llegó un tiempo después cuando me invitaron a un cumpleaños. Una toda mona preparada para el evento, se presentó subida en sus tacones, por aquello de intentar igualar la altura de las vikingas invitadas. Tras las consabidas felicitaciones en la puerta de la entrada y antes de dar un paso más hacia el interior de la casa, fui invitada, eso sí muy educadamente, a dejar mis tacones allí mismo. Si no se ha sido previsora, como suele ocurrir la primera vez, ahí te las apañes andando descalza toda la noche y con una perspectiva de la fiesta 7-8 cm más baja de lo previsto inicialmente.
Las primeras dudas que le asaltan a una tras amable y peculiar invitación son: pero y ¿mi look fiesta qué? Llevo una agujero en las medias, y ahora ¿qué hago? No se rían, que ésto no es broma, a más de una le ha pasado, aunque claro, después de ver descalzos y con » campos de tomates » en sus calcetines a muchos de los demás invitados, enseguida una se siente como en casa. Este aspecto de integración no resulta especialmente agradable para una gatita, para la que «antes muerta que sencilla «es una máxima. Pero como la experiencia es un grado, a la siguiente fiesta una se va preparada con mochila, complemento indispensable en el look vikingo, hasta al punto, que una pensaba que nacían con ella….¿ Qué se guarda en la mochila? A saber y como mínimo: las botas de agua por si llueve y sales a dar un paseo en mitad de la fiesta por los alrededores, cosa que pasa …. de vez en cuando, los zapatos que llevarás en la fiesta dentro de la casa, los zapatos que llevas fuera de la casa de camino a la fiesta y que luego guardarás en la mochila. Total que en lugar de ir a una fiesta pareces cual vendedor de zapatos que con el muestrario acuestas se dispone a empezar la jornada laboral… Esta situación es susceptible de empeorar, -¡doy fé!- cuando se acude en familia. Multiplíquese sin más, pares de zapatos por número de integrantes de clan familiar. Resultado: en lugar de mochila, se recomienda el uso de maleta –trolley, y ésto solamente para ir a un cumpleaños o a visitar a unos amigos.
Todo tiene su explicación, o al menos eso dicen. La climatología no es especialmente benévola por estas tierras, especialmente en otoño-invierno, y entrar con el calzado lleno de agua y/o nieve en la casa, deja un panorama “sucio y húmedo”. Ustedes dirán: ¡pues se limpia!. ¡Pues no!, dicen ellos; ¡te quitas los zapatos, que además vas a estar más cómodo! Asunto zanjado.
En verano, curiosamente se quitan y te invitan a quitarte las chanclas/sandalias al entrar en casa, aunque el sol brille. ¡Por comodidad, seguro!. Aunque empiezo a sospechar que ésto de andar descalzos es algo más que una costumbre y se está convirtiendo en una forma de vida. O si no ¿cómo lo llamarían ustedes al hecho de que con la llegada del “calor”, anualmente un mayor número de vikingos anden “DESCALZOS” por las calles?. Imagino que a ellos les invitarán a ponerse los zapatos al entrar en casa, por higiene mayormente, porque bonitos pies deben llevar….¿O qué en locales públicos, llámense oficinas, colegios, aviones, cafés, cines….. se quiten los zapatos y anden, nunca mejor dicho, como Pedro por su casa?? Puedo dar detalles…. lástima que la descripción no permita captar “aromas”, pero ahora entenderán el título del post.
Una de mis máximas es: “allá dónde fueres, haz lo que vieres”, pero si me lo permiten seguiré llevando zapatos por la calle y en mi lugar de trabajo.
Vikingada o no, ustedes tienen la palabra.