Vikingolandia y sus países vecinos, también aguerridos vikingos en otras épocas, tienen fama de ser muy civilizados, liberales, y sobre todo organizados. Una, consciente de que proviene del país de la improvisación, vislumbra antes sí una de las etapas duras en esta carrera de integración, porque la teoría es una cosa pero la realidad es….. mejor juzguen ustedes mismos.
Te invitan a una fiesta de cumple, pero ojo no es un cumple normal, !no!, es lo que por aquí llaman un cumpleaños redondo (30, 40, 50…). Inmediatamente, una que anda todavía en «fase de enajenac…. «perdón, “fase de enamoramiento» piensa: ¡Genial! Voy a poder ver de cerca cómo se celebra un cumple por estas tierras. Para que conste en acta, se oficializa la invitación con la perceptiva tarjeta, carta o mail con todos los datos del evento. Hay que reconocer, que por lo general son muy creativos, pues lo normal es que ellos mismos diseñen y personalicen sus invitaciones para cada evento.
Con los nervios a flor de piel y la prueba de la primera invitación oficial a un cumpleaños vikingo temblándome entre las manos, la abro emocionada. Tardo exactamente un milisegundo en localizar la fecha del evento entre tanta letra extraña e inconexa para mí: 23 de octubre. Atónita, me levanto rauda y veloz a buscar un calendario para confirmar en qué día me hallo, pero los dedos de mis pies moviéndose ágilmente en las chanclas y ese moreno que mi trabajo me cuesta mantener gracias a las prolongadas vacaciones y ausencias del astro sol, no dejan lugar a dudas: 2 de agosto.
Rápidamente una piensa con la agilidad que caracteriza a una Gata: «Ha debido haber un error, querrán decir el 23 de agosto. Vaaaaaaaaale ha llegado un poco antes, pero bueno esta gente es tan organizada y previsora que es lógico«. Pero no, no ha habido ningún error. La invitación llega con más de dos meses de antelación, eso sí, generosos ellos te dejan hasta mediados de septiembre para que te vayas pensando si tienes a bien acompañarles en un día tan redondo y feliz.
En la invitación se informa que será cena según franja horaria de Vikingolandia, (para los no iniciados en horarios vikingos, en Gatolandia podría considerarse comida tardía o cena temprana, pero que muy temprana, vamos, casi en horario merienda infantil). Por supuesto el lugar y la hora a la que debes llegar con puntualidad máxima tiene también un sitio privilegiado en la invitación. El concepto “llegar tarde” está por lo general en desuso en estas tierras, y en este tipo de eventos es conveniente asegurarse de llegar a tiempo si no se quiere pasar saludando uno por uno a todos los invitados, que estoicamente esperan con copita de bienvenida en mano a que se dé por inaugurado oficialmente la fiesta. Una en el tiempo que lleva aquí ha tenido que organizar alguno de estos eventos y ha presenciado “ estupefacta” como cinco minutos antes de la hora acordada algunos invitados hacían cola en la puerta esperando para llamar. La cuestión que a una inevitablemente le asalta es :¿pero esta gente tendrá miedo de que cuando lleguen no haya nada y por eso esperan antes de tiempo? ¿O simplemente pensarán que a lo mejor si llegan tarde hay «aforo completo» y no les van a dejar entrar?
Normalmente y para «facilitarte» la tarea de encontrar regalo, se adjunta una «lista de deseos», que ya me río yo de las listas de boda a las que estaba acostumbrada en Gatolandia y resto de geografía nacional. Muchas de ellas, vienen no solo con el precio y foto del objeto deseado sino con la dirección y teléfono de la tienda donde puedes comprarlo o el correspondiente link a la Web, que no en vano son los europeos que más compran en la red. «Pero hay que ver qué efectividad, madre mía» piensas. Aunque si una ha de ser sincera, la primera vez que se vió en tal situación lo que realmente pensó fue: ¿Qué pasa si no me apetece regalar nada de lo de la lista, podré regalar otra cosa?, lo que mayormente se viene llamando «improvisar un regalo» o «sorprender con un regalo». Me informé, consulté en las grandes enciclopedias nacionales, incluido el Libro Gordo de Petete, en su equivalente local «Den Store Rasmus bog» y por improvisar y sorpresa no viene nada. Es una palabra D-E-S-C-A-T-A-L-O-G-A-D-A por falta de uso.
Ansiosa después de haber esperado dos meses y medio, te diriges al evento. Una vez hecha la ronda de presentación a los treinta -cuarenta invitados, que ellos sí han llegado puntuales, ya estás dispuesta a divertirte, comer, charlar, bailar, bailar, bailar,…… ¿o no? Ingenua que es una, no lo había pensado, pero evidentemente por estos lares toda buena fiesta/cena que se precie tiene un PSP (Progama Super Planificado), que empieza con un coctel de bienvenida y un discurso-presentación del PSP de fiesta, que no tiene otro objetivo que evitar que a alguno de los asistentes en un acto de locura inconcebible le dé por improvisar , y dé al traste con la planificación del evento.
A continuación te indican dónde te tienes que sentar, y si hay alguna posibilidad de que te sienten en la otra punta de la sala donde tu pareja/amigo/conocido está sentada, !estás de enhorabuena,! porque tus deseos se han convertido en órdenes para los anfitriones, y de pronto te encuentras sentada en una mesa rodeada de gente a la que no has visto en tu vida, y con la que, después de un rápido primer vistazo, ni siquiera sabes si compartes algún tema de conversación, aunque más te vale porque te espera una laaaaaaaaaaaaarga velada. A veces, la asignación de los sitios tiene incluso tema y/o concurso, la mar de interesante y entretenido, ¡oiga!. Aún recuerdo uno de mis primeros cumpleaños de estas características, por más que me esforzaba no le encontraba la gracia al asunto; todos los invitados, unos 40 adultos, dando vueltas como peonzas buscando debajo de todos los platos la otra mitad de una carta que te habían entregado a la entrada. ¿Divertido? ¡Seguro, si hubiera sabido cómo se decía siete de picas en vikingo!