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Archive for noviembre 2012

Improvi….¿qué?

Vikingolandia y sus países vecinos, también aguerridos vikingos en otras épocas, tienen fama de ser  muy civilizados, liberales, y sobre todo organizados. Una, consciente de que proviene del país de la improvisación, vislumbra antes sí una de las etapas duras en esta carrera de integración, porque la teoría es una cosa pero la realidad es….. mejor juzguen ustedes mismos.

Te invitan a una fiesta de cumple, pero ojo no es un cumple normal, !no!, es lo que por  aquí llaman un cumpleaños redondo (30, 40, 50…). Inmediatamente, una que anda todavía en «fase de enajenac…. «perdón, “fase de enamoramiento» piensa: ¡Genial! Voy a poder ver de cerca cómo se celebra un cumple por estas tierras. Para que conste en acta, se oficializa la invitación con la perceptiva tarjeta, carta o mail con todos los datos del evento. Hay que reconocer, que por lo general son muy creativos, pues lo normal es que ellos mismos diseñen y personalicen sus invitaciones para cada evento.

Con los nervios a flor de piel y la prueba de la primera invitación oficial a un cumpleaños vikingo temblándome entre las manos, la abro emocionada. Tardo exactamente un milisegundo en localizar la fecha del evento entre tanta letra extraña e inconexa para mí: 23 de octubre.  Atónita, me levanto rauda y veloz a buscar un calendario para confirmar en qué día me hallo, pero los dedos de mis pies moviéndose ágilmente en las chanclas y ese moreno que mi trabajo me cuesta mantener gracias a las prolongadas vacaciones y ausencias del astro sol, no dejan lugar a dudas: 2 de agosto.

Rápidamente una piensa con la agilidad que caracteriza a una Gata: «Ha debido haber  un error, querrán decir el  23 de agosto.  Vaaaaaaaaale ha llegado un poco antes, pero  bueno esta gente es tan organizada y previsora que es lógico«. Pero no, no ha habido ningún error. La invitación llega con más de dos meses de antelación, eso sí, generosos ellos te dejan hasta mediados de septiembre para que te vayas pensando si tienes a bien acompañarles en un día tan redondo y feliz.

En la invitación se  informa que será cena según franja horaria de Vikingolandia, (para los no iniciados en horarios vikingos, en Gatolandia podría considerarse comida tardía o cena temprana, pero que muy temprana, vamos, casi en horario merienda infantil). Por supuesto el lugar y la hora a la que debes llegar con puntualidad máxima tiene también un sitio privilegiado en la invitación. El concepto “llegar tarde” está por lo general en desuso en estas tierras, y  en este tipo de eventos es conveniente asegurarse de llegar a tiempo si no se quiere pasar saludando uno por uno a todos los invitados, que estoicamente esperan con copita de bienvenida en mano a que se dé por inaugurado oficialmente la fiesta. Una en el tiempo que lleva aquí  ha tenido que organizar alguno de estos eventos y ha presenciado “ estupefacta” como cinco minutos antes de la hora acordada algunos invitados hacían cola en la puerta esperando para llamar. La cuestión que a una inevitablemente le asalta es :¿pero esta gente tendrá miedo de que cuando lleguen no haya nada y por eso esperan antes de tiempo? ¿O simplemente pensarán que a lo mejor si llegan tarde hay «aforo completo» y no les van a dejar entrar?

Normalmente y para «facilitarte» la tarea de encontrar regalo, se adjunta una  «lista de deseos», que ya me río yo de las listas de boda a las que estaba acostumbrada en Gatolandia y resto de geografía nacional. Muchas de ellas, vienen no solo con el precio y foto  del objeto deseado sino con la dirección y teléfono de la tienda donde puedes comprarlo o el correspondiente link a la Web, que no en vano son los europeos que más compran en la red. «Pero hay que ver qué efectividad, madre mía» piensas. Aunque si una ha de ser sincera, la primera vez que se vió en tal situación lo que realmente pensó fue: ¿Qué pasa si no me apetece regalar nada de lo de la lista, podré regalar otra cosa?, lo que mayormente se viene llamando «improvisar un regalo» o «sorprender con un regalo». Me informé, consulté en las grandes enciclopedias nacionales, incluido el Libro Gordo de Petete, en su equivalente local «Den Store Rasmus bog» y por improvisar y sorpresa no viene nada.  Es una palabra D-E-S-C-A-T-A-L-O-G-A-D-A por falta de uso.

Ansiosa después de haber esperado dos meses y medio, te diriges al evento. Una vez hecha la ronda de presentación a los treinta -cuarenta invitados, que ellos sí han llegado puntuales, ya estás dispuesta a divertirte, comer, charlar, bailar, bailar, bailar,…… ¿o no?  Ingenua que es una, no lo había pensado, pero evidentemente por estos lares toda buena fiesta/cena que  se precie tiene un PSP (Progama Super Planificado), que empieza con un coctel de bienvenida y un discurso-presentación del PSP de fiesta,  que no tiene otro objetivo que evitar que a alguno de los asistentes en un acto de locura inconcebible le dé por improvisar , y dé al traste con la planificación del evento.

A continuación te indican dónde te tienes que sentar, y si hay alguna posibilidad de que te sienten en la otra punta de la sala donde tu pareja/amigo/conocido está sentada, !estás de enhorabuena,!  porque tus deseos se han convertido en órdenes para los anfitriones, y de pronto te encuentras sentada en una mesa rodeada de gente a la que no has visto en tu vida, y con la que, después de un rápido primer vistazo, ni siquiera sabes si  compartes algún tema de conversación, aunque más te vale porque te espera una laaaaaaaaaaaaarga velada. A veces, la asignación de los sitios tiene incluso tema y/o concurso, la mar de interesante y entretenido, ¡oiga!.  Aún recuerdo uno de mis primeros cumpleaños de estas características, por más que me  esforzaba no le encontraba la gracia al asunto; todos los invitados, unos 40 adultos, dando vueltas como peonzas buscando debajo de todos los platos la otra mitad de una carta que te habían entregado a la entrada. ¿Divertido? ¡Seguro, si hubiera sabido cómo se decía siete de picas en vikingo!

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No descubro ningún secreto si digo que el idioma vikingo, para más señas danés, es uno de los más difíciles. O al menos eso gustan ellos de decir.  Hasta el Sr.Wikipedia lo dice: «El danés es un idioma difícil de pronunciar. Es plano y monótono comparado con los tonales noruego y sueco».    No seré  yo quien quite la razón ni a los unos ni al otro.

La que suscribe, aplicada ella, se había dedicado con esmero a estudiar el idioma o al menos a intentarlo  en la EOI de Gatolandia. Tres añitos, dos tardes a la semana, me pegaba junto  con otros  queridos compañeros de fatigas, con las prolíficas vocales danesas, que a decir verdad aún a día de hoy se me siguen resistiendo. Porque vamos a ver, a mí que alguien me explique, si ya de por sí van «sobraos» de vocales, ni más ni menos que nueve, ¿qué necesidad hay de aumentar la prole hasta «tropecientos» sonidos vocálicos? Que si colocas la lengua, arriba girada a la derecha  preparándola para  un triple mortal con caída directa al frenillo mientras colocas la boca en forma oval y a la vez consigues seguir respirando, entonces y sólo entonces, el sonido es otro. Conozco  casos de esguince recurrente  de lengua  y  disnea provocada por un esfuerzo constante, repetido e infructuoso por ejercitarse con los sonidos vocálicos.

Con los cursos aprobados  en Gatolandia y un buen entendimiento gramatical de este bendito idioma desembarqué en estas tierras convencida de que el vikingo, en este caso hablo del idioma, no podría conmigo. Dicho y hecho. Exactamente unos veinte minutos después de bajar del avión, mis oídos recibieron el  primero de los millones de «hva´sidu»? que habrían de oír con los años.  Vikingo 1-Gata: 0 (muerta por  KO   en el primer combate) ¡ Ah! ¿ qué no lo entienden?  Pues lo mismito me pasó a mí y a mis tres cursos de la EOI. Todos juntitos  dijimos al unísono: Hvaaaddddddd? (¿Quéeeeeeee?)  Eso sí, nuestra pronunciación perfecta,  con la lengua bien fuera como los autóctonos.  A lo que el vikingo de turno me contestó en un nanosegundo: «Hvasidu»? Creo que fue en ese momento cuando mi mente decidió de motu propio llamar a su amigo «sentido del humor» e invitarle a hospedarse  con nosotros por una larga temporada, pues recuerdo que en ese momento  me entró la risa floja y ya no pude decir  ni ¿hvaddddd? ni¿ quéééééé?.  Cuando pude parar de reír y serenarme pedí que me escribieran en un papel  lo que me habían dicho por dos veces:  Hvad siger du?  (¿Qué dices?) Sí, lo sé el parecido de lo escrito con lo que mis castos oídos oyeron, es digamos, ¿limitado?, ¿escaso?, ¿inexistente? Pero así es este idioma. Uno escribe veinte letras y usa doce, la famosa eficiencia energética vikinga llevada también al ámbito lingüístico. Lo más gracioso de todo este asunto es que los que chapurrean nuestro idioma, preguntan «cándidamente»    ¿para qué usáis la h  si  total no suena?  Sonrisa en ristre una no puede por más que contestar: «Imagino que por la misma razón esotérica por la que vosotros no decís ni un tercio de las que escribís».   ¡Y tan agustito oiga que se queda una!

Cuando una siente que empieza a tener cierto  dominio del idioma, lo que no necesariamente debe entenderse con tenerlo a ciencia cierta,  se lanza cual esclavo al foro de los leones, en este caso al foro de los vikingos. Las caras de los susodichos ante las primeras vocalizaciones dan para una exposición fotográfica itinerante a nivel mundial: expresiones por lo general ojipláticas acompañadas de muecas de sorpresa, desesperación, confusión, pasmo , conmoción, desconcierto, turbación y/o asombro.  Siempre hay excepciones, pero por lo general, digamos que mucha imaginación no le echan a la hora de intentar entender al pobre extranjero que con más fuerza que maña , intenta reproducir esos sonidos, que ellos aseguran, son naturales, y que todos los que los que conocen algo de este idioma  intuyen que pudieran ser reminiscencias de la época vikinga donde el lenguaje era digamos….. ¿más rudimentario?.

Si no, ¿cómo se explicaría el uso de una «aspiración corta pero controlada» sin emisión  ninguna de sonido fonético  como respuesta a una pregunta directa o asentimiento?  En los albores de mi estancia  vikinga andaba una  preocupada por la  presencia masiva de asmáticos entre la población, cosa que realmente me extrañaba pues la contaminación atmosférica  es muy baja por no decir inexistente, y fumar, fumar, fuman, pero vamos no como para semejante incidencia de asma entre la población.

Un suponer:  conversación en la que una lanzada al estrellato cuenta algo que al vikingo de turno le parece la mar de interesante  y  a la vez que asiente emite repetidas y constantes  aspiraciones como las ya mencionadas. Para que se hagan una idea, cual niño en plena crisis asmática y Ventolín en mano. Cuando una escucha al primero, no le da mucha importancia, pero cuando empieza a comprobar que el patrón se extiende e incluso se da en los propios miembros de la familia, la cosa cambia. Curiosa que es una, pregunta si el susodicho familiar tiene problemas asmáticos. La cara de asombro (a incluir en la exposición itinerante) del  susodicho me deja a mi también estupefacta  cuando oigo decir que no entiende de lo que hablo, pues respira muy bien y deben ser imaginaciones  mías.

Mis imaginaciones y yo comprendemos que efectivamente no son asmáticos, afortunadamente,  si no que  en ocasiones funcionan en modo ahorro energético y en lugar de «ja»(sí) simplemente emiten este sonido  que a una no puede evitar transportarla a otros tiempos lejanos, algo más……bárbaros.

Nota: Desde aquí quiero agradecer a Eva y Blanca, mis profesoras de «vikingo» en Gatolandia,  por hacerme interesantes y divertidas las  tardes de pelea con las vocales y demás sonidos extraños que adornan este idioma. SI no fuera por aquellas risas creo que más de alguno habríamos desistido.

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