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Archive for enero 2014

¿Se acuerdan de mí? ¡Qué buena memoria que tienen! Porque si es por lo que me prodigo últimamente…. Lo llevo claro….. ¡Si hasta hemos cambiado de año!

Me van ustedes a perdonar la ausencia pero necesitaba un descanso.

El “hygge maratón” que supone la Jule- Navidad requiere un periodo de desintoxicación de duración variable, dependiendo, claro está, de la sobredosis de “hygge”. Y la de este año, la sobredosis digo, ha sido de las de en vena y de alta calidad.

La pelambrera de punta se me puso allá por el mes de octubre del año pasdo, cuando Gata atisbó a identificar los primeros “hygge indicios” en modo de decoración navideña. No tardando mucho, llegaron los primeros dulces navideños en las tiendas coincidiendo con Halloween. ¡Un horror hombre, que ya ni a las calabazas ni vivas ni muertas se respeta! Una no sabía si poner un “nissehue” (gorro de duende de navidad) al murciélago o calabaza de turno, o camuflar “los nisser” ( duendes de navidad) debajo de la gran oferta de sombreros de bruja.

Pero aquello era sólo el comienzo. El final de noviembre estaba ahí acechando y con él “los superjulefrokost” (comidas-meriendas-cenas de navidad) por doquier. En eso somos todos iguales, vikingos, gatos y marcianos, llega el final del año y amigos, hay que verse. ¿Qué no te has visto en todo el año? No importa, ahora, justo ahora, es “EL MOMENTO”. ¡Precisamente ahora!, Ahora, que todos andamos corriendo de julefrokost en julefrokost con la lengua fuera y entre medias de algún otro hygge- evento tipo, a saber:

– Fiesta juleklip, fiestas cuyo único objetivo es probar la motricidad fina de los progenitores vikingos y no vikingos, llevando al límite su paciencia mientras se rompen los dedos y se devanan los sesos pensando cómo bemoles se hará el corazoncito que tan alegremente cuelga en tooooodos los arbolitos de navidad.

– Hygge-desayuno a la luz de las velas, en el colegio del gatoking@ para despedir el año y ver los progresos cantores de los miniking@s.

– Hygge-Lucias dag en la guarde, con participiación del otro gatoking@ en la procesión y el correspondiente orgullo gatuno por ese porte felino que le distingue del resto.

– Hygge-SFO con el otro gatoking@

Y no sigo por no aburrir, y porque hasta yo me vuelvo a cansar sólo de leerlo…. Porque aunque parezca mentira además hay que encontrar un hueco para trabajar y de vez en cuando echar una siestecita felina.

Pero bueno la meta está ya ahí y superados el pato y los bailes alrededor del árbol, se acabó. Así, como lo oyen, dos meses de preparación flagelándonos con “jul” por todas partes, para después en unas cuantas horas liquidar el asunto. A Gata al principio le extrañaba, pero ahora casi que lo agradece.

¿Quién dijo fin? El fín de la navidad, está lejos, exactamente a unos 3000 kim y casi dos semanas después. Ventajas de familias biculturales. La navidad en las Hispanias espera, bueno la navidad, la familia, los amigos, los paseos por la zona centro que no pisaba en años cuando vivía en Gatolandia y que ahora es un “must” cada Navidad, las compras, las uvas, la cabalgata, los Reyes Magos y los virus.

Todos, perfectamente uniformados y en formación, nos esperan con sus minibrazos abiertos, para acogernos y darnos la bienvenida. ¡Qué detalle! Por si andan despistados hablo de los virus, no de mi familia que a Thor gracias cuentan con todas sus extremedidades y en las longitudes correspondientes.

¡Qué mala pata!-pensarán ustedes, amigos.

Pues sí y no. Les explico.

Gata es de las que se enferma poco, un catarro, sólo uno, eso sí, cuasi permanente en invierno, y poco más. Visto así, sí es mala pata volver a casa por navidad tipo El Almendro y que los virus decidan hospedarse en alguna parte de tu cuerpo.

Peeeero, hay que ser positivos, siempre hay un lado bueno en todo. ¿No lo han visto? Si está muy claro. ¡Los virus de Gatolandia me echan de menos! Me adoran, y en cuanto llego, me reconocen, se adosan a mí y no quieren dejarme ni a sol ni a sombra. Son mis más fieles acompañantes. Allá donde voy, vienen, se aferran con tanto ahínco que en algún momento hasta me lastran al sofá, pero nunca me abandonan.

Bueno sí, en cuanto atisban la terminal del aeropuerto, sigilosa y discretamente hacen “mutis por el foro “ (nunca mejor dicho), y allí se quedan, diciéndome adiós, agitando sus minipañuelos con sus minimanitas, y deseando volver a verme pronto.

Esto días he estado pensando en la importancia de estos miniseres, que no se crean que la tienen. Ya saben que cuando uno emigra, todo es nuevo, cultura, costumbres, horarios, comidas, idiomas, amigos e incluso virus. Uno puede llegar a somatizar todas esas novedades/carencias en forma de depresión en casos extremos, dicen. Hasta un nombre le han dado al episodio y para dotarlo de tintes epopéyicos, lo han bautizado como el “Síndrome de Ulises”, algo a lo que muchos en nuestra supina ignorancia hemos llamado simplemente “morriña” y “desubicación” (por no recurrir al archiconocido “¿pero qué CXXX se me ha perdido a mí aquí?).

Pero el síndrome de Ulises tiene su réplica, aún sin nombre, (o al menos Gata todavía no lo conoce), y todos los que vivan en otro país sabrán de lo que hablo, en las visitas a casa, que poco tiene ya que ver con la foto fija del momento en que el emigrante/expat de turno se marchó y que guarda como en oro en paño en esa parte del alma donde está todo lo importante.

Todo cambia, todos cambiamos, allí y aquí.

Por eso amigos, ahora entenderán lo agradecida que estoy a “mis virus de Gatolandia” por mantenerse fieles y esperarme con sus minibracitos abiertos cada año. Me hacen sentir que todo sigue igual, como en mi foto fija de aquel día de verano….

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